En el mismo fondo del valle se encuentra el río Than, cuyas aguas son fangosas y repletas de algas. Nace en arroyos ocultos y fluye hacia grutas subterráneas, y el Demonio del Valle no sabe por qué sus aguas son rojas, ni en dónde desemboca.
El Genio que acecha en los rayos de luna se dirigió al Demonio del Valle, diciéndole:
–Soy viejo y es mucho lo que he olvidado. Dime los hechos, aspecto y nombre de aquellos que edifican estas ruinas de piedra.
Y el Demonio repuso.
–Mi memoria es buena y sé mucho del pasado, pero también yo soy viejo.
Aquellos seres eran como las aguas del río Than, y no estaban hechos para ser entendidos. No recuerdo sus hazañas, ya que no fueron más que momentáneas.
Recuerdo débilmente su aspecto, ya que era parecido al de los pequeños monos arbóreos. Sí recuerdo con claridad su nombre, ya que rimaba con el del río. Esos seres pretéritos se llamaban Humanidad.
Entonces, el Genio voló de vuelta a la luna creciente y el Demonio miró pensativo a un pequeño mono, que estaba subido en un árbol que crecía en un patio arruinado.
H.P. Lovecraft
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